El silencio del tiempo

El huerto era una parcela rectangular atravesada por una acequia en  diagonal. Esta moría detrás de una tapia.

 Una tapia encalada de blanco de un metro. 



La puerta de entrada estaba al final de ella. En el huerto había almendros, frutales y cítricos diversos.




El almendro cada primavera resplandecía con sus flores blancas. Contrastaban con una fuerza excepcional contra el cielo azul, limpio y caluroso de la estación.  



La aproximación con la naturaleza se producía al mirarlo, con un regocijo poco habitual.  Después llegaban las abejas. Entran, salen, en  un ejercicio regular, para que produzca sus frutos. 



El tronco tendría unos sesenta centímetros. Su madera es dura, con muchos surcos, envejecidos por el tiempo.  La copa bastante irregular ¿Qué habría visto y vivido? Las ramas delgadas hacen aparecer sus hojas después de la floración. 

En verano aguanta los calores de forma estoica, y a su sombra nos guardamos,  bajo su suave brisa y el sonido de sus hojas, en muchos momentos. ¿Por qué habrá quedado en mi memoria la imagen del almendro? Siempre quise tener uno. Un almendro y un huerto.




Caballones con vitualla. Berzas y berenjenas. Coliflor y cebollas. Ajos y habas. Espinacas y alcachofas. 

También  hay un granado, un naranjo, membrillos, un limonero, un almecino, un alfóncigo  y una higuera.





Las aromáticas las he plantado junto a la alberca, pasear por allí te lleva a mil y un lugares cuando el aroma se queda prendido en tu mano al mover ligeramente las plantas. 

Rágol








 

Rágol






 

Comunidad íbera

La comunidad ibera
Las comunidades indígenas de la península pronto se relacionaron con los pueblos de oriente, fenicios, griegos y cartagineses.
La Edad del Hierro corresponde a la segunda mitad del I milenio antes de Cristo. En la fase de formación de la cultura ibérica se distinguen dos etapas de influencia oriental. Una primera proviene del mundo fenicio y otra cuando se sustituyen los elementos fenicios por griegos a partir de mediados del siglo VI a. C.  


Los poblados ibéricos se asentaban en lugares fácilmente defendibles y se protegían con sólidas murallas con torres circulares, situados en las laderas de montículos en espacios más o menos llanos y con calles que seguían las curvas de nivel. Las viviendas se agrupaban en manzanas con pequeños pasajes entre sí, con una o dos calles principales. Construían sus casas de piedra y adobe y en el techo vigas de madera. La planta era cuadrada y la vivienda se compartimentaba en función de los usos a que se destinaba cada espacio. Así podía haber cocina, almacenes, cuadras etc. Las casas podían tener puerta de madera que se cerraba con llave.

La cultura ibérica se formó en las zonas meridionales de la península, por un fenómeno de aculturación debido al contacto con los pueblos coloniales sobre un sustrato cultural orientalizante. Éste a su vez era fruto de la aculturación fenicia sobre las gentes tartésicas (contactos tartésicos a través de los ríos).

Se extendía desde la Baja Andalucía por el levante hasta el sur de Francia y penetrando hacia la Meseta por buena parte de la Mancha meridional y por el valle del Ebro hasta Zaragoza.




 

En sus tierras había un rico cultivo de regadío. A la sierra llegaba un gran rebaño de cabras y ovejas, aprovechando el pasto de altura. Una mujer ataviada con enaguas sin mangas recogida en la cintura. En el escote llevaba unos bordados. Sobre los hombros un manto grueso. Un velo, ajustado con alfileres  cubría su cabeza y en los pies unnas zapatillas rojas. El hombre vestía una túnica corta recogida en la cintura y con mangas ajustadas a los puños. Un calzón sujeto con tirantes y una capa sujetada al hombro izquierdo por una fíbula. El calzado era de esparto.


Los rituales religiosos serían complejos con ceremonias y actos de sacrificio y adivinación, procesiones, música y danzas. Se desconoce si existía casta sacerdotal.


Las divinidades ibéricas son poco conocidas, los restos ponen en evidencia una rica mitología de origen orientalizante.

La existencia de un culto a la fecundidad se ha querido ver a través de algunas representaciones en las que el sexo femenino o masculino ha sido marcado exageradamente.

Algunos animales debían ser sagrados como el toro, el ciervo, el caballo o el lobo.

La danza era una de las grandes aficiones, hombres y mujeres bailaban cogidos en ruedas. Los instrumentos musicales utilizados eran la trompeta, el cuervo o la lira.

La lengua ibérica sigue siendo una incógnita ya que sabemos leerla pero no comprenderla.

La Dama de Elche es la obra maestra de la escultura ibérica, tallada en piedra calcárea y de influencia griega. Se descubrió el 4 de agosto de 1897 cuando se hacían unas tareas agrícolas. Estos peones la trasladaron a casa del doctor Campello que la vendió al Louvre. En 1941 regresó a España tras un cambio por obras de El Greco, Velázquez y Goya.


Grifos

Los íberos

La escultura humana en piedra empieza en el mundo ibérico en el último cuarto del sigloVI a, c. bajo influencia griega. Sin embargo, la escultura zoomorfa en piedra parece que existía antes de la llegada de los griegos, la gran variedad de animales fantásticos y la remodelación de los ya existentes... nos llevan a inspiraciones y modelos griegos...lucha entre hombres y animales fantásticos, un grifo, aludiendo a la lucha de los arimaspoi, que vivieron en una zona legendaria más allá de la Escitia, contra los grifos que custodiaban el oro. La iconografía de esta fábula la podemos seguir hasta el siglo IV a. C. ¿ Conocieron los iberos testimonios anteriores a este motivo iconográfico?Hª de España de editorial Planeta

Decumanus


Indica una calle con orientación este-oeste tanto en una ciudad romana como en un campamento militar o en las colonias. El decumano principal era el Decumanus maximus, que se cruzaba perpendicularmente con el Cardus Maximus, la otra calle principal.

La palabra tiene su origen en la línea que trazaban los augures de este a oeste cuando realizaban los auspicios durante la fundación de una ciudad.





Cactus

Las plantas suculentas o crasas viven en zonas muy áridas y por ello tienen tejidos carnosos con mucho agua puesto que necesitan una reserva para los períodos de sequía. Suculentas podemos encontrar en cualquiera de los continentes, pero no todas son cactus.



Aunque transformados los cactus poseen tallos, hojas, flores, frutos y raíces como otras plantas. Por lo tanto tenemos plantas suculentas que pertenecen a la familia de los cactus y suculentas que pertenecen a otras familias botánicas, otras suculentas.




Cuerpo

Unos pueden medir un centímetro y otros forman grandes árboles. Pueden formar cilindros, otros ser planos, con forma de globo, o tallos con forma de hoja, unos tienen ramificaciones y otros no.

Raíces

Pueden tener una raíz cónica muy ramificada o forma tuberosa.

Hojas

Están ausentes o son muy rudimentarias. Un recuerdo de lo que fueron sus hojas son las espinas.


Espinas

Los cactus resisten temperaturas muy altas.




Existe una gran variedad de formas y colores, desde el blanco, hasta el rojo o el negro. Gracias a las espinas pueden sobrevivir en climas adversos pues los preservan de los daños que les pueden ocasionar los animales.

En algunas especies las espinas se han transformado en pelos, dando lugar a unas plantas muy atractivas.