El orfebre

Soy un orfebre, un artesano que trabaja con metales, con los metales más valiosos. Mis preferidos son el oro y la plata. Hago adornos, anillos, broches y recipientes. Los decoro con piedras preciosas y gemas clásicas.

 La Iglesia es uno de mis clientes. Se honra a Dios con esos vasos enriquecidos con gemas y otras piedras. Me gusta recubrir los relicarios con los materiales más ricos. Mi historia comienza cuando llego a la ciudad de París, concretamente a Saint Denis. Tenía 12 años. Comencé a trabajar como aprendiz. Me enriquecí. Poseo una gran vivienda en la ciudad y dos casas solariegas.


De pequeño ingresé en un taller. No cobraba nada. Aprendía cuales eran los materiales más adecuados para cada objeto y cómo se trabajaba. Los camafeos son mis favoritos. Las piedras que se utilizan tienen distintas vetas de color. En la parte superior se hace el dibujo y la inferior sirve como fondo.
  Las piedras que llegaban a mis manos procedían de diversos lugares del mundo. Rubíes y zafiros de Oriente, esmeraldas de Egipto, turquesas de Persia y Tíbet, amatistas de Alemania y Rusia, diamantes de la India y África central. Cristal de roca de Alemania, Suiza y Francia. Ópalos y granates de la Europa Oriental, perlas de los moluscos de agua dulce de Escocia. El ámbar, la resina fosilizada de los pinos, de las costas del Mar Báltico o del norte de la Prusia oriental. El azabache formado por los restos fosilizados de los árboles se podía encontrar cerca de los depósitos de carbón de Inglaterra o España. El coral de la costa norteafricana donde los franceses tenían una pesquería. La plata la traen de las minas de Devon en Inglaterra. Los comerciantes de piedras llegaban a Europa por el Mediterráneo.
Azabache, coral eran trabajados para hacer rosarios. La técnica de tallar las piedras en planos hacen que éstas tengan más brillo y reflejos.

Tomado de: Orfebres Escrito por John Cherry. Editorial Akal