El
valle del Andarax
¡Valle de Almería! ¡Nunca Dios consienta que jamás me
vea privado de ti!
Cuando te contemplo, vibro como vibra
una espada indiana que se ve blandir.
Y tú, amigo mío, que en su paraíso
vives a mi lado, goza la ocasión;
que hay aquí delicias inimaginables,
que ni en los edenes eternales son.
Y bebe, entretanto que enseña a la brisa
su amoroso arrullo paloma gentil;
su canto yo tengo por más placentero
que el de los cantores Mábed y Garid.
¿No ves cómo el río se emociona?
Suena
risueño el aplauso de su murmurar
bajo de las ramas, que lánguidamente
sobre la corriente meciéndose están,
como danzaderas que se balancean
y a quienes las flores sirven de collar.
Mira cómo dejan del agua en las láminas
de sus ramos luengos las mangas caer
de brillantes perlas, que esparcen doquier.
divaga arrugando del raudal el haz,
que lanza destellos de limas o sables
o los que de plata las corazas dan.